El perfil tiroideo en una serie de pruebas que evalúan la función de la glándula tiroides, valoran su capacidad para producir hormonas tiroideas (T4 o tiroxina y T3 o triyodotironina).
Las hormonas tiroideas tienen efecto sobre todo el organismo, por lo que tanto su elevación como su disminución, causarán diversos síntomas.
El estudio se practica bajo la sospecha de una enfermedad tiroidea, si esta se comprueba, se realizarán otras pruebas adicionales para conocer la causa de la alteración. Por ejemplo, pueden necesitarse anticuerpos, ultrasonido, gamagrama, elastografía, resonancia, entre otros.
El perfil tiroideo no es un estudio rutinario en la población general, no hay una edad en específico en la cual se pida. Se solicita en la persona que cuente con signos o síntomas de distiroidismo (probable alteración en la producción de hormonas tiroideas, incluye hipertiroidismo e hipotiroidismo).
El perfil tiroideo se puede solicitar en los siguientes casos:
En mujeres que desean embarazarse como requerimiento para la evaluación de la fertilidad está indicado practicarlo.
En pacientes con pérdida de peso inexplicable.
En quienes sufren de alguna arritmia, descalcificación ósea temprana.
El monitoreo de la función tiroidea se reserva para los pacientes en quienes ya se ha demostrado alteración de las pruebas en un estudio previo. En este caso, la TSH puede funcionar como un marcador de seguimiento de forma aislada en la mayoría de los casos. La valoración de respuesta a un tratamiento para un problema tiroideo (cualquiera), debe realizarse por lo menos cada 4 a 6 semanas posterior al inicio del manejo.
